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Por primera vez documentan el comportamiento de cisnes de cuello negro durante las 24 horas del día

En el presente es visible la recuperación de los cisnes de cuello negro en el Humedal del Río Cruces y sus ríos tributarios. Según los censos mensuales de Conaf durante el año 2017 se contaron cerca de 8281 ejemplares como promedio mensual en el área, lo cual implica unas tres mil aves más que el promedio mensual del año 2004 antes de los cambios ambientales que sucedieron en la zona.

En consideración de estos números surgió una pregunta: ¿alcanza la biomasa actual de Luchecillo (el alimento primario de estas aves) para una población de cisnes en aumento? En tal contexto el Dr. Eduardo Jaramillo, investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra y encargado de encabezar el Programa de Monitoreo Ambiental del Humedal del Río Cruces junto al Dr. Fabio Labra de la Universidad Santo Tomás en Santiago, propusieron la realización del estudio “Extensión espacial, biomasa (“standing stock”) y consumo de Luchecillo, por parte del Cisne de cuello negro en el humedal del río Cruces”, con el cual, en base a sus resultados preliminares se logró determinar que la cantidad actual de alimento en el humedal alcanzaría a sustentar  a una población de 10.000 cisnes durante aproximadamente 20 años.

El retorno de los cisnes

Haciendo un poco de historia, el académico de la Facultad de Ciencias sostiene que “a partir del año 2009 la biomasa o la extensión espacial del Luchecillo dentro del Humedal del Río Cruces y sus ríos tributarios comenzó a aumentar gradualmente y con ello comenzó a aumentar el número de los cisnes de cuello negro. La abundancia de estas aves había caído bruscamente junto a la biomasa del Luchecillo durante los años 2004 y 2005 debido a cambios en calidad de agua que habían afectado a esta planta acuática”. Durante los años 2016 y 2017 se vio que la cantidad de cisnes aumentó notoriamente. Incluso, durante diciembre del 2017 el número de aves era mayor que la abundancia promedio mensual que había antes de los cambios ambientales.

Tales resultados fueron recientemente publicados en la revista científica “Science of The Total Environment”, en donde se analizan los datos históricos de la población de cisnes de cuello negro y de las coberturas del Luchecillo en el área. A grosso modo, el  promedio mensual de aves entre los años 2000 y 2004 fue aproximadamente 5.400 cisnes, número que decayó drásticamente el año 2005 a menos de 600 ejemplares (promedio anual), siendo el año 2009 el más crítico, donde se contabilizó a sólo 379 cisnes. Tal panorama empezó a ser más favorable a partir del año 2012, cuando los guardafauna de CONAF avistaron unas 2.000 aves; durante el año 2017 se llegó a contabilizar hasta cerca de 10.400 cisnes en el mes de mayo.

Abundancia de Cisnes, gráfico: “Recovery of black-necked swans, macrophytes and water quality in a Ramsar wetland of southern Chile: Assessing resilience following sudden anthropogenic disturbances”

 

En este marco, se realizó un estudio acotado para determinar la disponibilidad de alimento para tal población, objetivo que contempló la realización de experimentos hasta ahora no realizados consistentes en evaluar el consumo diario de Luchecillo por cisnes mantenidos en un mesocosmos y cuyas actividades fueron registradas durante las 24 horas del día mediante cámaras trampa.

Una observación completa

Con previa autorización del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), se mantuvo cisnes en condiciones controladas y siendo monitoreados día y noche. Luego de capturados, se les mantuvo en ayuna por una noche y durante los días venideros se les ofreció una cantidad conocida de alimento (Luchecillo) en un receptáculo adosado a piscinas de plástico con agua del humedal. Al día siguiente, se pesó la cantidad remanente de Luchecillo y por diferencias de peso se calculó el consumo diario, el cual en primera instancia fue de aproximadamente 5 kilos de plantas.

Cisnes observados a través de la cámara trampa

 

Interesa destacar que el estudio de las imágenes captadas por las cámaras trampa mostró que los cisnes realizaron actividades de forrajeo sobre las plantas contenidas en los receptáculos alimentarios y sobre las que flotaban o se encontraban suspendidas en la superficie del agua de las piscinas experimentales. Los cisnes mostraron actividad durante el día y la noche, dentro y fuera de la piscina; es decir, se ha demostrado que los cisnes pueden ser mantenidos en mesocosmos, lo que abre enormes perspectivas de estudios, no sólo de aquellos relacionados a conductas de alimentación, señaló el investigador a cargo.

Con respecto a los resultados de los consumos de Luchecillo por parte de los cisnes, Jaramillo precisó:

“En primera instancia, el resultado del experimento demostró una alta heterogeneidad en los consumos, por ello se utilizó otra aproximación. Mediante cálculos teóricos, se estimó cuál era el requerimiento mínimo de energía para vivir, de un cisne, con un peso determinado. Luego se estimó la cantidad de energía en 100 grs. de Luchecillo (seco); estas estimaciones se realizaron en el Laboratorio de Fitoquímica de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UACh. Luego estimamos cuántos kilos de Luchecillo seco había en 1 metro cuadrado en diferentes áreas del humedal. Tales datos sirvieron para calcular la cantidad de Luchecillo y energía que había en el área ocupada por esta planta en el Humedal del Río Cruces. Para ello, el Dr. Fabio Labra de la Universidad Santo Tomás de Santiago utilizó imágenes satelitales y de dron para calcular el área ocupada por esta planta en el humedal. Ya que sabíamos la biomasa en peso seco de Luchecillo y la cantidad de energía que aporta la planta, se pudo estimar el total de energía que actualmente hay en las praderas de Luchecillo en el humedal, determinando que la actual biomasa es de aproximadamente 27.500 toneladas (en peso seco) de Luchecillo, la que podría soportar un número de aproximadamente 10.000 cisnes durante unos veinte años”.

Padreras de Luchecillo observadas desde un dron (créditos: Felipe Dreves)

 

Sin embargo, los resultados de este estudio llevan a interrogantes respecto a si el número actual de cisnes llegara a aumentar de modo significativo o bien si otras de las aves herbívoras del humedal -como la Tagüa– alcanzaran abundancias tan altas como las conocidas hasta antes de los cambios ambientales de los años 2004 y 2005. Qué se debería esperar en esos casos, en cuanto a la capacidad de carga de las actuales praderas de Luchecillo.  Más aún, no se sabe cuánto varía estacionalmente la biomasa y contenidos energéticos del Luchecillo, por lo que las investigaciones seguirán en esa dirección, recalcó Jaramillo.

Gráfica: Abundancia de las Tagüas

 

Los estudios hasta ahora realizados muestran una recuperación evidente del humedal del río Cruces en cuanto a la abundancia de cisnes; cobertura de Luchecillo; transparencia y calidad del agua. Sin embargo, especies como la Tagua no muestran aún abundancias como las que mostraban con anterioridad al año 2004; esto puede hipotetizarse ya que hay suficiente alimento para esta ave herbívora en el área.  Por lo tanto, probablemente existen otros factores –no necesariamente identificados en el pasado– que pueden estar incidiendo en una recuperación integral del sistema que se conocía con anterioridad al año 2004. La presencia del visón, la aproximación del “sistema urbano de Valdivia” al humedal y los cambios de uso del suelo, pueden estar entre esos factores.

 

Descargar publicación: “Recovery of black-necked swans, macrophytes and water quality in a Ramsar wetland of southern Chile: Assessing resilience following sudden anthropogenic disturbances”

 

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